26 may 2020

27 de Mayo

27 de Mayo


María Magdalena de Pazzi
1584. Gravemente enferma, desahuciada de los médicos, en la mañana de la Sma. Trinidad hace su profesión religiosa en la Orden del Carmen Sta. María Magdalena de Pazzi, famosa por sus frecuentes éxtasis. Lema de su vida "Pati non mori". La hizo "sobre una camilla acomodada, delante del altar de la Virgen María" (Santos del Carmelo P. Rafael M.L. Melús o. Carm.). Más Información




1627. El Gral. de la O. del Carmen Fr. Juan del Espíritu Santo nombra los procuradores de la Orden que han de intervenir en el proceso de beatificación de Fr. Juan de la Cruz, con los jueces eclesiásticos: las reformas referentes a las canonizaciones introducidas por el Papa Urbano VIII impiden la pronta beatificación de S. Juan de la Cruz. (Hist. Ref. Ter. P. Alberto V. Carmen, ocd.)

1712.  En Amorebieta (Bizkaia) se firmaron las escrituras entre la orden carmelitana y los señores de Larrea, quienes quisieron a los carmelitas al servicio de la Iglesia que habían edificado frente a la Casa-Torre o Palacio de su apellido, y a beneficio de los feligreses de la barriada. (Cfr., El Carmelo en la Península Ibérica, Conferencia de Provinciales OCARM-OCD. Sevilla 2004, 58) - (IDJMP)


1834. En la revolución de Cataluña martitizado el P. Andrés de Jesús María, ocd. del Convento de Reus. El primero en que se cebaron aquellos caribes fue en el P. Andrés de Jesús María exgeneral de la Congregación de España en el sexenio anterior, enfermo en cama. Uno de aquellos desalmados le puso un hacha prendida en la boca hasta asfixiarle.

1906. Beatificación de las 16 mártires de Compiegne, Teresa de San Agustín y Compañeras, Vírgenes y mártires de Nuestra Orden.Celebración: 17 de Julio.: “Al desatarse las iras antirreligiosas de la Revolución Francesa en 1792 la priora de las carmelitas de Compiègne, Teresa de San Agustín, convocó un día a toda la comunidad y expuso a las monjas qué podrían hacer ellas, pobres mujeres, en aquellos aciagos momentos por los que atravesaba la Iglesia de Francia y de acuerdo con los fines fundacionales del monasterio. Sugirió la posibilidad de ofrecer sus vidas como “víctimas expiatorias”; ella al menos estaba dispuesta a hacerlo. Dos religiosas ancianitas se resistían a ello, aterrorizadas con la sola idea de sentir sobre sus cuellos el frío acero de la guillotina, pero se rindieron al fin. Y en un acto solemne todas se ofrecieron al Señor en holocausto “para aplacar la cólera de Dios y para que la paz divina, traída al mundo por su Hijo amado, le fuera devuelta a la Iglesia y al Estado”. Todos los días renovaban su ofrecimiento al Altísimo como víctimas expiatorias.
        Arrojadas de su monasterio, las dieciséis carmelitas se distribuyeron en cuatro
Mártires de Compiègne
grupos por diferentes lugares de la ciudad, perseverando en su vida de oración y ofrecimiento, coordinadas siempre por la M. Teresa. Durante los tiempos más duros de la Revolución fueron delatadas; la orden de búsqueda y captura dada por aquella oficialidad intolerante dio como resultado (el 24 de junio de 1794) la reclusión de las monjas en el Monasterio de las Salesas transformado en cárcel; desde aquí serían transportadas a París el día 13 de julio de 1794 y conducidas a la terrible prisión de la Conciergerie donde aguardaban multitud de religiosos y seglares condenados a muerte y a la espera de que se cumpliese la pena capital. 

        El 16 de julio, conmemoración de Nuestra Señora del Carmen, las monjas compusieron unas letrillas que escribieron con unos tizones sobre trozos de papel que luego repartieron; todos corearon las canciones de las religiosas con música de la Marsellesa, el himno revolucionario que nadie les podía prohibir; eran enardecidas loas a la esperanza, un canto de júbilo hecho plegaria y expresión de una viva fe. Al día siguiente fueron condenadas a muerte por el tribunal revolucionario en juicio sumarísimo y por la vía rápida: aquellas monjas eran demasiado peligrosas para los reclusos. Ese mismo día 17 de julio debían ser ejecutadas.
       El cortejo de aquellas religiosas por las calles de París, camino del cadalso, no era el
espectáculo fúnebre al que estaba acostumbrado a presenciar el populacho parisiense, sino algo muy singular: sobre una carreta al descubierto las dieciséis carmelitas iban cantando en gregoriano el Miserere y la Salve Regina. Y cuando avistaron el lugar del holocausto entonaron el Te Deum, todo un rito, ciertamente, pero que entrañaba un torrente de vida. Al pie de la guillotina y ante un silencio impresionante las carmelitas entonaron el Veni Creator Spiritus y fueron renovando una por una su profesión religiosa en manos de la priora, M. Teresa de S. Agustín Lidoine: “Yo…(Sor Ana María, Sor Carlota, Sor Eufrasia, Sor Enriqueta, Sor Marta, Sor Constanza…) renuevo mis votos de pobreza, obediencia y castidad… usque ad mortem, hasta la muerte. Jamás se habían pronunciado unas fórmulas de profesión más verídicas ni patéticas que aquéllas.
        La literatura que ha popularizado tanto este hecho histórico nos habla de la indecisión de la joven novicia Sor Constanza a entregar su vida en testimonio de su fe. Pero mucho más de admirar es, a nuestro juicio, la entereza de aquellas ancianas carmelitas, Sor Ana María de Jesús Piedcourt y Sor Carlota de la Resurrección Thouret, ambas de 79 años, entregando sus vidas repletas de generosidad en testimonio de su amor y fidelidad a Jesucristo” Ocurrió este martirio en París el 17 de julio de 1794. El Papa San Pío X las beatificaba el 27 de Mayo de 1906". (Fuente: o.Carm.)

Fuente: Miguel Ángel Lecumberri, Efemérides Carmelitanas Mayo-Agosto. Tomo II. Santiago de Chile 1996. Transcripción, arreglo fotográfico, recopilación y actualización: Iván Mora Pernía, ocd. (IDJMP)

No hay comentarios:

Todos los Derechos Reservados.
Fuente: Miguel Angel Lecumberri,
Efemérides Carmelitanas. Santiago de Chile.
Transcripción, arreglo fotográfico, recopilación y actualización: Iván Mora Pernía, ocd (idjmp)